jueves, 1 de noviembre de 2007

Memoria de tinta, referente de buen periodismo regional

Lalo Villa


Francisco de Quevedo y Francisco Umbral, célebres periodistas españoles, dejaron mucha escuela en el género de la opinión y las crónicas. El segundo, al referirse a Quevedo, dijo que con éste “el periodismo nace como género literario –siempre lo ha sido– y mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto”. Tal cita se hace carne, regionalmente hablando, con la publicación del libro Memoria de tinta (Ornitorrinco, 2007), cuya autoría corresponde al talentoso y joven periodista huarasino Omar Robles Torre. Y es que a los periodistas nos toca la delicada responsabilidad de ser los “historiadores” y cronistas del día a día.


El compromiso que se sella con la población para ser leídos, escuchados o vistos, es precisamente mantener bien avisados a los ciudadanos, a los infractores advertidos y a los gobiernos inquietos. Leyendo las páginas del libro en mención, nos encontramos con columnas y crónicas que fueron publicadas en Prensa regional, Kordillera, Ancash Noticias y otros medios en los que con prosa, elegancia y buena pluma, Robles ha sabido incursionar. Cuántas veces habrá tenido que madrugar y penitenciar para conseguir las primicias pero con la única intención de buscar la información certera y bien enfocada, a través del mundo mágico de la palabra escrita. Ojo que escribir no es una tarea fácil, requiere de muchas técnicas.


Pero allí no han quedados los esfuerzos, se perciben también notas punzantes “cuadrando” a los gobernantes regionales y locales de turno, enrostrando sus falencias y seguramente haciéndolos saltar de sus asientos, tanto que algunos “ofendidos” –como lo apunta el autor – encuentran las paredes de las calles para denostar de los periodistas que no les son cómodos a sus formas de actuar. En el plano de las crónicas, Omar se luce recreando con los pinceles de la palabra cada detalle, como si lo viéramos en televisión o lo estuviéramos escuchando, lo que convierte el libro en un texto de aprendizaje y trabajo para quienes se vienen formando como nuevos periodistas.
En esta época donde la pulcritud en la redacción está ausente, Memoria de tinta constituye, en cambio, un paradigma de la buena crónica local.

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