viernes, 14 de marzo de 2008

Otro peruano en París

Escribe María José Correa
Como Mario Vargas Llosa, creo que el acontecimiento más importante de mi vida hasta el día de hoy ha sido aprender a leer. Los libros que he leído han enriquecido mi universo de manera extraordinaria. Junto con la novela, el género que más disfruto es el cuento. La novela abarca una vida; el cuento, una escena que marca y explica esa vida.
Cuando tenía catorce años leí Los gallinazos sin plumas de Julio Ramón Ribeyro, y en seguida, los demás relatos de este autor se convirtieron en lectura obligatoria. A pesar de su cuantiosa producción literaria, me atrevo a juzgar que a la obra de Ribeyro no se le ha dado la importancia que merece y tomo como pretexto estas páginas para hacer justicia al escritor peruano.
Este ensayo consta de dos partes: en la primera se pretende descubrir por qué escribía Ribeyro, pero no mediante una somera descripción de su personalidad, sino a través de sus Prosas apátridas. La segunda parte de este artículo es un capricho de su autora: una escueta radiografía de La juventud en la otra ribera.
Julio Ramón Ribeyro nació en 1929, en el seno de una familia de clase media limeña. Es uno de los cuentistas latinoamericanos más talentosos, aunque el mismo Ribeyro dudó de su potencial como hombre de literatura. Esto quizás se deba al estupor de su familia cuando descubrió que Julio Ramón prefería contar historias en vez de cursar estudios de Derecho.
También conviene atribuir ese afán suyo de destruir al escritor que llevaba dentro a su naturaleza ambigua: “La duda, que es el signo de la inteligencia, es también la tara más ominosa de mi carácter, ha impedido en mí la formación de convicciones duraderas, ha matado hasta la pasión” . Sin embargo, sus contradicciones no acallaron su pasión por las letras. A lo largo de su carrera literaria incursionó en géneros como la novela, el ensayo, el teatro y, por supuesto, el género narrativo que más desarrolló: el cuento.
“Lo que he escrito ha sido una tentativa para ordenar la vida y explicármela, tentativa que culminó en la elaboración de un inventario de enigmas” . Ribeyro explica que escribía para tratar de dar forma y comprender mejor las ideas e intuiciones que se le cruzaban por la cabeza. El escritor reafirmó su creencia en varios fragmentos que dedicó a la reflexión sobre la literatura y que publicó más tarde en sus Prosas apátridas: “Muchas cosas las conocemos o las comprendemos sólo cuando las escribimos” .
Con Prosas apátridas Ribeyro pone un paréntesis en su producción literaria y publica unos fragmentos ideológicos que no encuentran lugar en sus libros. Estas prosas sin patria responden al punto de vista de Ribeyro sobre una miscelánea de temas: la literatura, la vejez, la muerte, el amor, el sexo.
Si se trataba de escribir para comprender mejor las cosas, para Ribeyro la vida era un cuento: “Yo veo y siento la realidad en forma de cuento y sólo puedo expresarme de esa forma” . La fama de ser uno de los grandes en la narrativa se la ganó con sus relatos cortos. En la introducción de una edición peruana de La palabra del mudo (1994) , Ribeyro escribió un decálogo sobre el cuento y de ese texto ahora extraigo dos puntos que explican su obra.
“El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela”. Ribeyro era un observador de lo cotidiano, y tal vez por eso el cuento fue el género que más cultivó. Nos da una pista más: “No creo que para escribir sea necesario ir a buscar aventuras. La vida, nuestra vida, es la única, la más grande aventura” . En su obra prima la sencillez narrativa, hace gala de un lenguaje natural y los detalles adquieren un alto valor.
“El cuento debe sólo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja”. Ribeyro apela a la imaginación y la inteligencia del lector. Sus cuentos están plagados de símbolos. Precisamente, el lenguaje sencillo y los detalles que se mencionan en líneas anteriores son las herramientas que utiliza para llevar al lector al ejercicio intelectual. Las palabras de Ribeyro no sobran, cada frase suya contiene la clave para descubrir la esencia de la historia. Ribeyro explica que “en el cuento no debe haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible”.
En sus narraciones, Ribeyro diseña un mundo imaginario en el que habitan seres que no encuentran sitio en ningún lado. El escritor cuenta una historia a partir de un hecho insólito, situaciones que representan un punto de quiebre en la vida de sus personajes. Tal es el caso de La juventud en la otra ribera, cuento que escribió en París, en 1969.
El narrador de La juventud en la otra ribera se presenta como un omnisciente discreto: lo sabe todo, pero no lo revela; guía al lector y apela a su inteligencia para que vaya descubriendo por sí solo, mediante los símbolos que le plantea, la tela araña que se teje alrededor del protagonista.
Como en casi todos sus relatos, Ribeyro nos presenta un personaje de la clase media limeña. El doctor Plácido Huamán es un profesor cincuentón que, en las primeras páginas del cuento, representa al típico limeño cuya vida gira por el traqueteo de la monotonía. Sin embargo, las historias que cuenta Ribeyro surgen cuando la normalidad de la vida de los personajes se rompe; o como él mismo explica: “el cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino” .
Antes de ir a Ginebra para asistir a un congreso, el doctor Huamán decide hacer una parada en París, la ciudad de sus sueños. El nombre del personaje habla por sí solo. El doctor Plácido Huamán es tan manso como su nombre, es un cincuentón que ha pasado por la vida sin gloria y que encuentra en Solange, una mujer joven, el boleto de regreso a su añorada juventud.
Ribeyro afirma: “Podemos concebir un espacio sin tiempo, pero no un tiempo sin espacio” . El escenario donde se desarrollan los hechos influye mucho en la historia. Ribeyro nos describe un París bohemio, con sus bares, los cafés de Montparnasse y una clásica buhardilla parisina en la que el protagonista vive momentos de euforia juvenil. Plácido Huamán “desde su adolescencia soñaba con vivir en París” . En cuanto al tiempo, las acciones se desarrollan durante tres días. El cuento empieza en la mitad de la historia, cuando el doctor Huamán se despierta al lado de la joven y toma conciencia de
“esa aventura que él inscribía ya, decididamente, en las páginas de oro de su vida” . En la primera parte, el narrador nos cuenta con flashbacks cómo conoció el protagonista a Solange. A partir de la mitad del relato nos narra qué sucedió desde que se despertaron la mañana en la que comenzó el cuento.
El conflicto que el protagonista de La juventud en la otra ribera arrastra por el mundo radica en que pretende vivir una aventura amorosa irrealizable. Por eso, cuando Solange responde a sus intenciones de vivir un romance apasionado no se da cuenta, o no quiere hacerlo, de las maniobras que ella y sus amigos estaban tramando hasta desencadenar en un final dramático. Deja de ser un arquetipo, se humaniza: el doctor Huamán presentía algo, pero decide vivir la historia hasta el final.
El doctor Plácido Huamán: “¡Pobre animalito peruano! En tu pampa tampoco la vida es fácil, llevas pesadas cargas, trepas empinadas cuestas. Pero no eres un extranjero” . ¿O es que acaso con esta frase el autor se refería sí mismo cansado de sus años como forastero?
Julio Ramón Ribeyro contó en una oportunidad que la historia de La juventud en la otra ribera es algo que le ocurrió a un amigo suyo, salvo el final. “Lo que había de atractivo para mí en esta historia era cómo un encuentro casual puede decidir tu destino. Otro enfoque sería lo caro que se paga el amor, aunque sea fingido, cuando uno ya no está en condiciones de merecerlo. El doctor Huamán quiso vivir una aventura amorosa desproporcionada a sus posibilidades, pues su juventud estaba ya ‘en la otra ribera’” .
Empecé este ensayo tomando las palabras de Mario Vargas Llosa y para poner punto final cito nuevamente a este escritor. Cuando en 1976 un periodista del periódico peruano La Prensa le preguntó su opinión sobre Ribeyro, Vargas Llosa contestó: “…un magnífico cuentista, uno de los mejores de Latinoamérica y probablemente de la lengua española, injustamente no reconocido como tal” . Coincido con Vargas Llosa: todavía en estos tiempos la brillante pluma de Julio Ramón Ribeyro no ha cruzado tantas fronteras como debería. Los eucaliptos, Las botellas y los hombres, Por las azoteas, Al pie del acantilado, Solo para fumadores, Silvio en El Rosedal, y un largo etcétera forman esa parte de la literatura universal que todavía espera ser explorada.

BIBLIOGRAFÍA
• Minardi, G., La cuentística de Julio Ramón Ribeyro. Lima: Banco Central de Reserva del Perú, 2002.
• Pérez, C., Los trazos en el espejo: identidad y escritura en la narrativa de Julio Ramón Ribeyro. España: Eunsa, 2006.
• Ribeyro, J. R., Cuentos completos. Madrid: Alfaguara, 1994.
• Ribeyro, J. R., La palabra del mudo: antología. Lima: Milla Batres, 1989.
• Ribeyro, J.R., La tentación del fracaso I. Diario personal 1950-1960. Lima: Jaime Campodónico, 1992.
• Ribeyro, J.R., Prosas apátridas (completas). Barcelona, Tusquets, 1986.
• Wolfgang L., Estudiando a Julio Ramón Ribeyro. Frankfurt: Vervuert, 1988.



1 Ribeyro, J.R., Prosas apátridas (completas), Barcelona, Tusquets, 1986, p. 14.
2 Ribeyro, J.R., Prosas apátridas (completas), Barcelona: Tusquets, 1986, p. 180.
3 Ibíd., p. 62.
4 Ribeyro, J.R., La tentación del fracaso I. Diario personal 1950-1960. Lima:
Jaime Campodónico, 1992
5 Minardi, G., La cuentística de Julio Ramón Ribeyro, Lima: Banco Central de
Reserva del Perú, 2002, p. 34.
6 Ribeyro, J.R., Prosas apátridas (completas), Barcelona, Tusquets, 1986, p. 169.
7 Minardi, G., La cuentística de Julio Ramón Ribeyro, Lima: Banco Central de
Reserva del Perú, 2002, p. 34.
8 Ribeyro, J.R., Prosas apátridas (completas), Barcelona, Tusquets, 1986, p. 75.
9 Ribeyro, J. R., Cuentos completos, Madrid: Alfaguara, 1994, p. 543.
10 Ídem.
11 Ribeyro, J.R., Prosas apátridas (completas), Barcelona, Tusquets, 1986, p. 159.
12 Wolfgang L., Estudiando a Julio Ramón Ribeyro, Frankfurt: Vervuert, 1988, p. 168
13 Wolfgang L., Estudiando a Julio Ramón Ribeyro, Frankfurt: Vervuert, 1988, p. 15.

martes, 19 de febrero de 2008

CARTA DE RENUNCIA DE FIDEL CASTRO

Queridos compatriotas:
Les prometí el pasado viernes 15 de febrero que en la próxima reflexión abordaría un tema de interés para muchos compatriotas. La misma adquiere esta vez forma de mensaje.
Ha llegado el momento de postular y elegir al Consejo de Estado, su Presidente, Vicepresidentes y Secretario.


Desempeñé el honroso cargo de Presidente a lo largo de muchos años. El 15 de febrero de 1976 se aprobó la Constitución Socialista por voto libre, directo y secreto de más del 95% de los ciudadanos con derecho a votar. La primera Asamblea Nacional se constituyó el 2 de diciembre de ese año y eligió el Consejo de Estado y su Presidencia. Antes había ejercido el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años. Siempre dispuse de las prerrogativas necesarias para llevar adelante la obra revolucionaria con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo.


Conociendo mi estado crítico de salud, muchos en el exterior pensaban que la renuncia provisional al cargo de Presidente del Consejo de Estado el 31 de julio de 2006, que dejé en manos del Primer Vicepresidente, Raúl Castro Ruz, era definitiva. El propio Raúl, quien adicionalmente ocupa el cargo de Ministro de las F.A.R. por méritos personales, y los demás compañeros de la dirección del Partido y el Estado, fueron renuentes a considerarme apartado de mis cargos a pesar de mi estado precario de salud.


Era incómoda mi posición frente a un adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo.


Más adelante pude alcanzar de nuevo el dominio total de mi mente, la posibilidad de leer y meditar mucho, obligado por el reposo. Me acompañaban las fuerzas físicas suficientes para escribir largas horas, las que compartía con la rehabilitación y los programas pertinentes de recuperación. Un elemental sentido común me indicaba que esa actividad estaba a mi alcance. Por otro lado me preocupó siempre, al hablar de mi salud, evitar ilusiones que en el caso de un desenlace adverso, traerían noticias traumáticas a nuestro pueblo en medio de la batalla. Prepararlo para mi ausencia, sicológica y políticamente, era mi primera obligación después de tantos años de lucha. Nunca dejé de señalar que se trataba de una recuperación "no exenta de riesgos".

Mi deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento. Es lo que puedo ofrecer.



A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento, en cuyo seno se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución, les comunico que no aspiraré ni aceptaré- repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe.

En breves cartas dirigidas a Randy Alonso, Director del programa Mesa Redonda de la Televisión Nacional, que a solicitud mía fueron divulgadas, se incluían discretamente elementos de este mensaje que hoy escribo, y ni siquiera el destinatario de las misivas conocía mi propósito. Tenía confianza en Randy porque lo conocí bien cuando era estudiante universitario de Periodismo, y me reunía casi todas las semanas con los representantes principales de los estudiantes universitarios, de lo que ya era conocido como el interior del país, en la biblioteca de la amplia casa de Kohly, donde se albergaban. Hoy todo el país es una inmensa Universidad.

Párrafos seleccionados de la carta enviada a Randy el 17 de diciembre de 2007:

"Mi más profunda convicción es que las respuestas a los problemas actuales de la sociedad cubana, que posee un promedio educacional cercano a 12 grados, casi un millón de graduados universitarios y la posibilidad real de estudio para sus ciudadanos sin discriminación alguna, requieren más variantes de respuesta para cada problema concreto que las contenidas en un tablero de ajedrez. Ni un solo detalle se puede ignorar, y no se trata de un camino fácil, si es que la inteligencia del ser humano en una sociedad revolucionaria ha de prevalecer sobre sus instintos.

"Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir.

"Pienso como Niemeyer que hay que ser consecuente hasta el final."

Carta del 8 de enero de 2008:

"...Soy decidido partidario del voto unido (un principio que preserva el mérito ignorado). Fue lo que nos permitió evitar las tendencias a copiar lo que venía de los países del antiguo campo socialista, entre ellas el retrato de un candidato único, tan solitario como a la vez tan solidario con Cuba. Respeto mucho aquel primer intento de construir el socialismo, gracias al cual pudimos continuar el camino escogido."

"Tenía muy presente que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz", reiteraba en aquella carta.

Traicionaría por tanto mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. Lo explico sin dramatismo.

Afortunadamente nuestro proceso cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución. Algunos casi niños se incorporaron a los combatientes de las montañas y después, con su heroísmo y sus misiones internacionalistas, llenaron de gloria al país. Cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo. Dispone igualmente nuestro proceso de la generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución.

El camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos. Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo.

No me despido de ustedes. Deseo solo combatir como un soldado de las ideas. Seguiré escribiendo bajo el título "Reflexiones del compañero Fidel" . Será un arma más del arsenal con la cual se podrá contar. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso.


Gracias
Fidel Castro Ruz
18 de febrero de 2008

5 y 30 p.m.

jueves, 7 de febrero de 2008

Viñetas de guerra


Ernest Miller Hemingway

1

Todos estaban borrachos. Toda la artillería estaba borracha mientras marchaba por el camino, en la oscuridad. Iban a la Champaña. El teniente cabalgaba por los campos hablando con su caballo: “te aseguro que estoy borracho, mon vieux —le decía—. ¡Oh, estoy loco! ¡Loco, de veras!”. Toda la noche recorrimos ese camino. El ayudante pasó cabalgando cerca de mi cocina y dijo: “Va a ser mejor que la apagues”. Es peligroso. Pueden vernos”. Estábamos a cincuenta kilómetros del frente, pero al ayudante le preocupaba el fuego encendido en mi cocina. Era divertido ir por ese camino. En ese tiempo yo era cabo de cocina.

2

En Fossalta, mientras las bombas hacían pedazos las trincheras, él permanecía tendido, sudoroso y rezando: “¡Oh, Jesucristo! ¡Sácame de aquí! ¡Sálvame, querido Jesús, te lo ruego! ¡Cristo! ¡Por favor, Cristo! ¡Si me salvas de la muerte voy a hacer todo lo que digas! Creo en ti y le voy a decir a todo el mundo que eres lo más importante que existe. ¡Te lo ruego, Jesús de mi alma!” Más allá, el bombardeo siguió en otro lado de la línea. Él continuó abriéndose paso por la trinchera. A la mañana salió el sol y el día fue caluroso y sofocante, alegre y sereno. A la noche siguiente, de vuelta en Mestre, no le habló de Jesús a la mujer que se acostó con él en la Villa Rosa. Y nunca cumplió su promesa.

3

Estábamos en un jardín, en Mons. El joven Buckly llegó con su patrulla al otro lado del río. El primer alemán que vi trepó por la pared del jardín. Esperamos que pusiera una pierna encima y entonces hicimos fuego. Venía muy bien equipado. Un gesto de infinita sorpresa se reflejó en su rostro antes de caer. Después, otros tres escalaron el muro. Les tiramos, y a todos les pasó lo mismo.

4

Los seis miembros del gabinete fueron fusilados a las seis y media de la mañana contra la pared de un hospital. En el patio había charcos de agua. Las baldosas estaban cubiertas de hojas secas. Llovía fuerte. Todas las persianas del hospital habían sido cerradas. Uno de los ministros tenia fiebre tifoidea. Dos soldados lo trajeron a través de la lluvia y quisieron apoyarlo contra la pared pero él se sentó en un charco. Los otros cinco estaban junto al muro, muy serenos. Finamente, el oficial dijo a los soldados que no valía la pena obligarlo a mantenerse de pie. Cuando hicieron la primera descarga, él estaba sentado en el agua, con la cabeza sobre las rodillas.

5

Ese día hacía un calor terrible. Habíamos logrado formar una barricada perfecta a través del puente. Era sencillamente extraordinaria: una enorme y vieja verja de hierro forjado del frente de una casa. Pesaba demasiado para poder levantarla y se podía hacer fuego por las aberturas. Se verían obligados a trepar por ella para poder pasar, pero tenía una altura considerable. Cuando intentaron trepar les tiramos desde cuarenta metros. Arremetieron con violencia y al mismo tiempo varios oficiales empezaron a hacer algo en la base de la barricada. Sí, era un obstáculo perfecto. Sus oficiales eran muy hábiles. Cuando oímos la explosión nos asombramos hasta el espanto. Entonces tuvimos que retroceder.

6

Nick estaba sentado con las piernas desgarbadas contra la pared de la Iglesia. Lo arrastraron hasta allí para salvarlo del fuego de las ametralladoras que cubría la calle. Estaba herido en la espina dorsal. Su cara sucia sudaba bajo el fuerte sol. Era un día muy caluroso. Rinaldi, de anchos hombros, con sus pertrechos desparramados, yacía boca abajo en el mismo lugar. Nick miraba hacia adelante. Sus ojos brillaban. La pared rosada de la casa de enfrente había sido separada del techo por un boquete y una cama de hierro retorcida colgaba sobre la calle. Entre los escombros, a la sombra de la casa, había dos austriacos muertos. Más allá, en la calle, se veían otros cadáveres. Las cosas marchaban mejor en la ciudad. Mejor. Los enfermeros con las camillas llegarían de un momento a otro. Nick volvió la cabeza con cuidado y miró a Rinaldi. “Senta Rinaldi. Senta. Tú y yo hicimos la paz por separado”. Rinaldi estaba quieto bajo el sol. Respiraba con dificultad. “Patriotas, no”. Nick volvió a su posición anterior. Movió la cabeza con lentitud, sonriendo y sudando. Rinaldi era un público que desilusionaba.

De: Adiós a las armas.

viernes, 1 de febrero de 2008

La última musa

Reynaldo Cruz

Cruzo la avenida, se que ya no hay mas remedio que comprar un boleto de viaje al sur, tengo que huir, que esconderme entre miles de personas que quisieran desaparecer, que maldicen estar en esta ciudad. Hace calor, y el sudor se escurre por toda mi camisa, huelo mal y no me importa, solo quiero dormir bajo la luz gris de otra urbe.

Por la ventana miro como todo se va quedando atrás, diminuto, como si fuera un pequeño recuerdo que se evapora como la lluvia. Ven corramos por las calles mientras llueve, y quizá después iremos a montar los corceles de la lujuria a un hotelucho de 10 lucas. Debería olvidar todo, aunque con el tiempo he aprendido a ignorar.

En la billetera ya no hay más fotografías que observar, solo unas monedas, unos papeles que sé que no me servirán de nada, pero me resisto a dejarlos en el camino, un cigarrillo se mece entre mis dedos, mi doctor dijo que debería dejar de fumar. El celular timbra, a pesar que no deseo contestar: Renunció, Adiós dictador, el editor no se decide por el titular de mañana, no se para que diablos se le paga, acaso no entiende que no quiero saber nada del diario.

Desde que la vi esa mañana, entendí que no debía darle demasiada importancia a sus comisiones. Soy la muchacha mala de La Crónica, me decía, sus labios me inquietaban demasiado, y sus ojitos eran como de una adolescente enamorada por primera vez. A 2 semanas de su ingreso al periódico, ya frecuentaba la biblioteca de la dirección, conversábamos de algunas novelas, ella prefería a Romeo y Julieta, yo a Lolita de Navokov.

Cursaba el 6 ciclo de la universidad estatal, 22 años y aún conversaba su apariencia de ninfula, debí ser un ingenuo para fijarme en ella, fuimos al teatro a ver una obra de suicidas, ella decía ser maniaco depresiva, creo que era consecuencia de la reciente separación de sus padres. Ryna Remys, nadie te entendió como yo quise hacerlo, en mi enfermizo amor.

La mitad del periódico de mañana, informará sobre la renuncia del presidente de la república desde un país asiático, una cronología desde el golpe de estado, las muertes dirigidas por el grupo paramilitar, y otros datos históricos, no habrá espacio alguno para anunciar la muerte de una bella redactora del diario decano, y la misteriosa desaparición del director del mismo. Es una lastima, fue la última musa.
San Miguel de Piura, 01 de febrero de 2008. 01.16 a.m

domingo, 2 de diciembre de 2007

DOCENCIA CON DECENCIA

Ser docente universitario en el Perú requiere una sobredosis de decencia porque con tan poca paga diariamente hay que practicar el equilibrio en la cuerda floja. Finalmente acabamos haciendo de todo con un asombroso brío que solo procura ese afán por compartir experiencias nuevas y conocimientos con tan variada especie de alumnos. Estudiosos y aprovechados aunque la pobreza nos les permita acceder a bibliografía fresca, menos aplicados pero pragmáticos porque lo aprendido, según su sentido de las cosas, no tiene aplicación. Otros son los divorciados del estudio. Parecen pero no son estudiantes. Son turistas inoportunos a los que sus padres envían a la U cuando el colegio se les agotó como inmediato recurso para sacarlos de la casa. Están ahí cuando deberían estar en el más allá de los inconsolables estúpidos.

Como las necesidades son urgentes y nuestros emprendimientos inagotables acabamos con deudas en los bancos, en las cajas y en todo monte de piedad en donde haya dinero fresco. Nuestra vida empieza con una gigantesca ilusión por conquistar el mundo. Como las escobas nuevas, plenas de motivación, nos apropiamos de esa misión trascendente de impartir conocimiento. Aunque un traje elegantemente modesto y una corbata nueva son suficientes para cautivar un auditorio en nosotros surte efecto la energía emocional de un alumno agradecido a una boleta de pagos con innumerables descuentos.


Leemos lo que podemos y cuando concurrimos a una librería nos encontramos con esa sensación infantil que provoca, el desear y no tener, el juguete nuevo. Con secreta desolación, nos resignamos con los libros viejos y usados que encontramos en lo suelos y con todo ese caudal misericordioso de la entretela armamos nuestra biblioteca. Lo mejor de la vida se nos va en las aulas pero nadie se percata de nuestros sacrificios. Y cuando menos pensamos, el estar de pie hasta las últimas consecuencias, nos provoca tormentos circulatorios. En la universidad somos como los libros abiertos: maestros que enseñan.
Como en la escala de la perfección académica el conocimiento se renueva a velocidad inimaginable estamos obligados a los estudios postgraduales y doctorales para mantener la efímera de vigencia o finalmente tentar un cargo en la estructura burocrática. Porque el tiempo implacable nos enseña que somos perecibles se nos da por investigar y escribir para mantener a flote el buen nombre y echar unas gotas de agua en el inmenso mar del conocimiento. De privaciones y necesidades apremiantes construimos el mundo. Finalmente acabamos en las interminables colas de la seguridad social, la promesa de un ascenso o consumidos por la resignación de no poder hacer realidad nuestros sueños o un viaje inesperado al extranjero.

Somos como una lámpara que en su juventud alumbra con vivo fuego hasta que poco a poco se agota el combustible y la luz se extingue ante el inevitable tiempo. Nos duele mucho en el corazón que los políticos en sus discursos digan que la educación es lo primero mientras los presupuestos asignados se quedan en el rasero. Así andamos alimentados algunos días por las promesas de un Estado al que poco le importan los maestros. En otras ocasiones engañados a perpetuidad por quienes ignoran nuestros indecibles esfuerzos.

Aquí estamos, convocados por la injusticia para reclamar lo que por derecho nos corresponde. Dicen que somos la inteligencia del Perú pero nos dan trato de infamia. Dicen que somos el futuro pero nos sumergen en el pasado y nos ignoran en el presente. ¿Cómo vivir contentos si incumplen impunemente con lo que la Constitución manda? . Somos la canción del pobre: ¿Hasta cuándo viviremos como la piedra rodada?

jueves, 15 de noviembre de 2007

No Más blogs: Hasta próximo aviso.

Reynaldo Cruz Zapata.

Regresare algún día, cuando extrañe ser parte de la blogosfera, de esa comunidad que me atrapo 4 años atrás. Por ahora, dejare a un lado esta etapa de blogear, un post aparte, hasta próximo aviso.

2003, después de webear una y otra vez en busca de hosting y dominio gratis, encontré Blogger, la versión era en ingles, pero el diseño ágil me atrapo, desde entonces hasta hace unos meses, la pasión de postear me envolvió, y parte de los 56 bitácoras de mi autoría aún sobreviven en el infinito universo de este fenómeno comunicacional.

En los suplementos dominicales de los diarios limeños obtuve las primeras noticias de Blogger; conocí la experiencia de Natasha Luna, una joven cantautora de rock. Era el inicio de mi etapa de blogger. Luego, el descubrimiento de Crónicas y Relatos (1) de Taylor de la Cruz, a quien acompañe en Hoy Trujillo (2), Zona de Noticias (2) de Paolo de Lima, entre otros.

Mi primer blog fue personal, algunas fotografías y versos insípidos que escribía entonces. La idea de un escrito serio empezaría en junio de ese año, cuando surge el esbozo de lo que se convirtió en Sala de Redacción –SDR-(3). Los apuntes periodísticos y literarios convivieron en la versión primogénita del blog.

Con algunos inconvenientes, el diseño de SDR se trasformó y finalizó en la revista de cultura contemporánea, que edite quincenalmente desde junio de este año. Hoy la suma de visitas es de 19655, y la satisfacción del trabajo realizado amerita una reflexión: la evolución es imprescindible, al igual que la actualización para sobrevivir en la blogosfera.


SDR, es un proyecto aún en etapa de germinación, aún hoy cuando el weblog tiene un diseño más sobrio y ordenado, con lectores constantes que exigen un nivel en los textos publicados, y colaboradores que poseen bitácoras, como Eloy Jáuregui (4), Miguel Godos (5), Edgar Bruno (6), y Pablo Palacios (7), nuevo editor.

Mi relación con los medios digitales, ha sido fructífera, más que la que la que me unió con la prensa. Pero, soy consciente que esta es una nueva etapa. Éxito a Pablo Palacios, en SDR. En mi ausencia, sé que la idea evolucionara. Por mi parte, empezare mis proyectos literarios, y espero regresar a postear de nuevo uno de estos días. Nos vemos hasta nuevo aviso.

San Miguel de Piura, 13 de noviembre de 200723.06 p.m.

(1) http://www.cronicasyrelatos.blogspot.com/

jueves, 1 de noviembre de 2007

Memoria de tinta, referente de buen periodismo regional

Lalo Villa


Francisco de Quevedo y Francisco Umbral, célebres periodistas españoles, dejaron mucha escuela en el género de la opinión y las crónicas. El segundo, al referirse a Quevedo, dijo que con éste “el periodismo nace como género literario –siempre lo ha sido– y mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto”. Tal cita se hace carne, regionalmente hablando, con la publicación del libro Memoria de tinta (Ornitorrinco, 2007), cuya autoría corresponde al talentoso y joven periodista huarasino Omar Robles Torre. Y es que a los periodistas nos toca la delicada responsabilidad de ser los “historiadores” y cronistas del día a día.


El compromiso que se sella con la población para ser leídos, escuchados o vistos, es precisamente mantener bien avisados a los ciudadanos, a los infractores advertidos y a los gobiernos inquietos. Leyendo las páginas del libro en mención, nos encontramos con columnas y crónicas que fueron publicadas en Prensa regional, Kordillera, Ancash Noticias y otros medios en los que con prosa, elegancia y buena pluma, Robles ha sabido incursionar. Cuántas veces habrá tenido que madrugar y penitenciar para conseguir las primicias pero con la única intención de buscar la información certera y bien enfocada, a través del mundo mágico de la palabra escrita. Ojo que escribir no es una tarea fácil, requiere de muchas técnicas.


Pero allí no han quedados los esfuerzos, se perciben también notas punzantes “cuadrando” a los gobernantes regionales y locales de turno, enrostrando sus falencias y seguramente haciéndolos saltar de sus asientos, tanto que algunos “ofendidos” –como lo apunta el autor – encuentran las paredes de las calles para denostar de los periodistas que no les son cómodos a sus formas de actuar. En el plano de las crónicas, Omar se luce recreando con los pinceles de la palabra cada detalle, como si lo viéramos en televisión o lo estuviéramos escuchando, lo que convierte el libro en un texto de aprendizaje y trabajo para quienes se vienen formando como nuevos periodistas.
En esta época donde la pulcritud en la redacción está ausente, Memoria de tinta constituye, en cambio, un paradigma de la buena crónica local.